MUNDO CRIMINOLÓGICO

TEORÍAS DE LA CRIMINALIDAD

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TEORÍAS DE LA CRIMINALIDAD: Teorías explicativas del delito

Teorías de los vínculos sociales (Hirschi)

Hay factores que disuaden a los jóvenes de cometer actividades delictivas.

Las cuatro dimensiones del control social, según Hirschi son las siguientes:

1) Las relaciones sociales: las relaciones sociales fuertes fomentan la conformidad. Por el contrario, para aquellos individuos que no se sientan muy vinculados con su familia, amigos o compañeros de trabajo, los costes de la conducta desviada son mayores.

2) La estructura de oportunidades: quienes cuentan con más oportunidades legítimas para satisfacer sus intereses tendrán más ventajas en la conformidad. Los que tienen poco control o reducida confianza en el futuro tienen más posibilidades de presentar pautas de conducta no convencionales.

3) La implicación: una fuerte implicación en actividades lícitas (trabajar, estudiar, practicar deportes) inhibe el comportamiento desviado. La ausencia de actividad en estas facetas cotidianas puede suponer terminar empleando el tiempo en actividades no legítimas.

4) Las creencias: los individuos que aceptan y asumen las pautas morales preponderantes en la sociedad en la que se inscriben y que respetan la autoridad tendrán más facilidad para reprimir las tentaciones, que los que se muestran más disconformes a estas pautas morales.

El lugar donde un sujeto aprendía estos factores que le alejaban de las actividades delictivas eran la familia, la escuela y el grupo de amigos. Cuando uno de estos grupos se rompe está más expuesto a cometer actividades delictivas.

El aprendizaje social de Albert Bandura

 

«Si exceptuamos los reflejos elementales, las personas no están equipadas con un repertorio innato de conductas. Tienen que aprenderlas. Las pautas de respuesta nuevas pueden adquirirse por experiencia directa o por observación» (cita reproducida en su libro titulado Teoría del aprendizaje social).

Aprendizaje vicarial

Se trata de observar las conductas ajenas, para ver si sus consecuencias son recompensadas, ignoradas o castigadas, porque dependiendo de esto el individuo actuara de una manera u otra.

-          El aprendizaje vicarial acentúa el rol de la observación de las consecuencias del comportamiento de los demás

-          El individuo puede comprobar a menudo, en la vida diaria, las acciones ajenas, observando cómo son las mismas recompensadas, castigadas o ignoradas

-          A través de la observación de los éxitos y equivocaciones de los otros adquiere una experiencia propia, aprende.

-          La observación del éxito de un comportamiento ajeno incrementará por regla general la tendencia a actuar en el mismo sentido, mientras que la observación del comportamiento que se castiga producirá el efecto opuesto

Refuerzo vicario ® Se produce cuando el individuo vigoriza la tendencia a realizar una conducta determinada al haber observado cómo los otros eran recompensados por realizarla

Castigo vicario ® Con él se lleva a cabo el efecto inhibitorio de ciertas conductas a través de la observación de sus consecuencias negativas en los demás.

Teoría de la tensión de Agnew

 

Para Agnew, el delito no es fruto de la tensión generada entre el desajuste existente entre las metas culturales (éxito económico) y los medios institucionales, como sostiene la tradicional concepción de la teoría anómica, sino que dicha  tensión que se produce en el individuo es producto de la frustración sufrida individualmente por  ciertos estados afectivos negativos.

Indica que esa frustración puede estar motivada por aspiraciones de un sujeto que va más allá de las pretensiones meramente económicas.

Fuentes de tensión de Agnew

-          Imposibilidad de alcanzar las expectativas sociales deseadas

-          Privación de los estímulos positivos que el individuo ya posee o que espera poseer

-          El individuo queda sometido a situaciones negativas ante las cuales no se puede escapar.

Estas tres formas de tensión se da pocas veces de manera pura, suelen combinarse, incluso llegando a las tres a la vez. Estas situaciones provocan en la persona miedo, depresión, disgusto o ira. Así que, algunos sujetos acudirán a conductas desviadas o delictivas para aliviar la tensión experimentada. Otros, pueden acudir al alcohol o a las drogas.

 

Factores que inciden en la conducta delictiva como medio para aliviar la tensión

-          Factores impulsores

o   La importancia de las metas culturales perseguidas

o   El apoyo social con que se cuenta

o   Los recursos personales (por ejemplo, las habilidades sociales)

o   Las variables de tipo ambiental o cultural

 

-          Factores de predisposición

o   Variables temperamentales

o   Sus creencias o sus previas experiencias delictivas

o   Importancia de la asociación con padres de delincuentes

La teoría de la tensión ha sido testada empíricamente, diversos autores llegaron a la conclusión de que le delito puede servir a corto plazo para aliviar la tensión que se da. Los niveles de tensión pueden explicar la diferencia entre tasa de delincuencia entre unos países y otros.

Teoría del delito como elección racional  

 

Clarke y Cornish: La conducta delictiva parte de un concepto no siempre económico de la utilidad esperada, es decir, dependiendo de las expectativas que tienen según los beneficios y los costes que puedan obtener por las diferentes conductas.

 

Wilson y Herrnstein: Las personas que se hallan frente a una elección, eligen el curso de acción preferible. Según ambos autores, la elección de un comportamiento no delictivo (por ejemplo, trabajar para obtener dinero) o de uno delictivo (cometer un robo para el mismo fin) dependerá de la valoración que el individuo haga de la relación entre recompensas y castigos de uno y otro comportamiento.

·         Recompensas asociadas al comportamiento delictivo ® las propias ganancias materiales, la gratificación puramente emocional, la aprobación de los amigos o la satisfacción por el ajuste de cuentas con un enemigo.

·         Castigos o pérdidas asociadas al comportamiento delictivo ® de tipo material (= reacción de la justicia en forma de pena) o de tipo inmaterial (= el temor a la venganza de la víctima de un delito o, también, el propio remordimiento de conciencia).

Teoría de las actividades rutinarias (teoría de la oportunidad) Felson y Cohen

 

Vincula la racionalidad de la opción delictiva de un sujeto con el factor “oportunidad”, es decir, con el factor situacional en el que se encuentra el autor.

 

Estos se dieron cuenta que en la época se encontraban en una época de bonanza económica, pero aun así seguía aumentando la delincuencia.

 

1-Consideraron que había una interdependencia entre las actuaciones rutinarias no delictivas y las delictivas.

2-La estructura temporal y espacial de las actividades rutinarias legales, el estilo y la organización de vida de la sociedad moderna determina las tasas de criminalidad.

(Por ejemplo, antes no se robaba a mano armada en los mismos cajeros, porque no había, en cambio ahora se frecuentan diariamente los cajeros, y los ladrones lo tienen más fácil, porque por ejemplo, saben dónde encontrar a las víctimas)

No solo se necesita la motivación del delincuente, sino las situaciones factibles para poder llevarlo a cabo.

 

¿Qué factores deben concurrir para que se cometa un delito de manera efectiva?

 

- Un delincuente motivado y con las habilidades necesarias para poner en práctica sus inclinaciones criminales

- Un objetivo apropiado (persona, casa, etc.), esto es, valioso y accesible al infractor

- Una ausencia de guardianes (policía, vigilantes, medidas de autotutela, etc.) que protejan a la víctima y eviten el delito.

La teoría de las actividades rutinarias no ha sabido explicar cuáles son las razones para que el delincuente esté motivado. Se basa en factores situacionales.

Teorías del medio o entorno físico y el “enfoque situacional”

 

Subrayan la importancia decisiva que tiene el medio físico a la hora de llevar a cabo el delito: la racionalidad del comportamiento delictivo de muchos sujetos se vincula a las ventajas y facilidades que ciertos espacios físicos disparan al delincuente, lo cual explicaría por qué el delito se concentra en dichos lugares.

Destacan Paul y Patricia Brantigham, que desarrollaron la teoría del patrón delictivo:

El entorno físico indica de alguna manera al delincuente motivado cuales son los lugares más adecuados para materializar sus designios criminales, dónde puede conseguir sus objetivos o encontrar a las víctimas propicias. El medio o entorno, por tanto, interactúa de alguna manera con la motivación o predisposición del infractor.

Para estos autores, se tienen que dar tres condiciones necesarias para que se dé el delito:

1- Presencia de un individuo motivado para la comisión de un delito

2- Actividades rutinarias que realiza el delincuente en potencia en una determinada zona de la ciudad

3- Aparición de un suceso desencadenante

 

Se basa en determinados lugares, en los “hot spots” (esto es como se llama a los barrios donde hay mucha delincuencia) hay víctimas apropiadas, delincuentes motivados, y oportunidad para llevarlos a cabo.

 

EJEMPLOS:

 

Wilson y Herrnstein:

 

Entrevistaron a unos cuantos ladrones y apreciaron que lo que más valoraban era el riesgo que corría. Evitaban casas con luces encendidas, o casas que estuvieses cerca de otras que pudiesen alertar a los vecinos, o donde hubiese perros, etc. Era entonces cuando tomaban la elección racional.

 

Cohen y Felson:

En los últimos años en España ha habido un incremento de robos a chalets, porque paralelamente ha aumentado el número de familias que han decidido irse a vivir fuera del centro urbano. Chalets con piscina y jardín privado, donde el anonimato es obvio. No hay relación con los vecinos de los chalets de al lado. Esto da lugar a que delincuentes motivados puedan investigar y saber cuándo van a tener oportunidad de robar en un chalet.

Otro ejemplo: en los últimos años ha aumentado la criminalidad relacionada por internet, porque también ha aumentado la utilidad de internet para transacciones, cerrar negocios, etc. Por eso ha aumentado la clonación de tarjetas, las estafas, etc. sin olvidar, claro, el ciberacoso.

1) Debe de haber un espacio físico que interactúe con el delincuente motivado, y este espacio le tiene que otorgar dicha posibilidad. Por ejemplo, el diseño físico de las grandes ciudades norteamericanas facilitó la perpetración de las actividades delictivas, a la par que la comodidad de sus ciudadanos.

Por ejemplo, en Washington la existencia de una red de metro que se creó que interconectaba toda la ciudad, creó que en los pasillos, a altas horas de la noche se llevaran a cabo abusos sexuales y delitos de diversa índole.

La teoría del patrón delictivo de Paul J. Brantigham y Patricia L. Brantigham

Para BRANTIGHAM y BRANTIGHAM, el entorno físico indica de alguna manera al delincuente motivado cuáles son los lugares más adecuados para materializar sus designios criminales, dónde puede conseguir sus objetivos o encontrar a las víctimas propicias. El medio o entorno, por tanto, interactúa de alguna manera con la motivación o predisposición del infractor.

Condiciones necesarias para el delito según la teoría del patrón delictivo

·         Presencia de un individuo motivado para la comisión de un delito

·         Actividades rutinarias que realiza el delincuente en potencia

·         Aparición de un suceso desencadenante

Prevención situacional del delito

 

Estas teorías, las pertenecientes a este bloque, son teorías de signo prevencionista. Intentan, a partir del análisis criminológico, proponer las medidas adecuadas que inhiban a un sujeto de elegir racionalmente la comisión de un delito. Esta sería la prevención situacional del delito.

La misma ha centrado sus esfuerzos teóricos e investigadores en la prevención del delito precisamente reduciendo las oportunidades para la comisión de delitos. Su propuestas se centran en el delito, la potenciales víctimas, la comunidad (= control social informal) y el diseño del medio.

La teoría de las subculturas de Albert K. Cohen

 

Para Cohen, la creación de una subcultura delictiva hay que entenderla esencialmente como una respuesta ante los problemas de frustración que puede experimentar un joven perteneciente a las clases menos privilegiadas, insertadas en una estructura cultural que ante todo enfatiza el valor del éxito monetario como meta o aspiración a seguir.

Características

1. La delincuencia que llevan a cabo sus miembros es gratuita (es decir, no lucrativa), maliciosa y destructiva, porque lo que protegen es causar daños y problemas a la gente de clase media.

2. Una actitud valorativa ambivalente (polaridad negativa) con respecto a las normas de la cultura oficial. Ej.: una conducta ilegal, ellos lo verían como legal y justa.

3. Hedonismo inmediato. La subcultura propugna una satisfacción inmediata, frente a la posposición o postergación del placer que caracteriza la actitud de las clases medias.

4. Énfasis en la autonomía del grupo, esto es, que son solidarios entre sí. En cambio la relación con las fuerzas de control es hostil.

 

Funciones básicas que cumple la subcultura

1. Proponer una serie de criterios de estatus asumibles por el joven de clase obrera;

 2. Permitir a ese joven vengarse del sistema de normas que le ha perjudicado.

Posibles soluciones al conflicto en el que se encuentra el joven de clase baja, según Cohen

Conducta de adaptación (college boy), de transacción o pacto (corner boy), o de rebelión frente a los valores de las clases medias (delinquent boy)

 

Adaptación: El chico trata por todos los medios de asumir los valores culturales y sociales de las clases medias mediante conductas lícitas, a pesar de que sabe que es muy complicado conseguirlo.

 

Transacción o pacto: Se trata de la respuesta más común. Este chico no rompe como los que toman conducta de rebelión con la sociedad oficial, sino que pacta y convive con ella. Él acepta que tiene unas limitaciones por pertenecer a una clase baja e intenta aprovechar en lo posible las oportunidades del medio. (Diferencia fundamental: El college boy no quiere saber nada de la subcultura, el corner boy sí, pero no opta por el delito, sino que se aprovecha de lo que puede, siempre por vías lícitas).

 

Rebelión: No compacta, no convive con la sociedad dominante, sino que tiene una actitud inconformista. Se enfrenta directamente.

La teoría de la «oportunidad diferencial» de Cloward y Ohlin

 

Concepto de «oportunidad diferencial» 

No siempre que una persona determinada experimente una presión anómica acudirá irremisiblemente a utilizar medios ilícitos, ya que según establecen estos autores, esos medios ilícitos no son igualmente accesibles para todos. Es decir, únicamente, en aquellos barrios donde exista una estructura de oportunidades ilícitas que sirva de vía alternativa para conseguir los objetivos cultural y socialmente aceptados, existirá la posibilidad de que un joven se inserte en una subcultura y aprenda los medios para obtener dichos objetivos de manera ilícita. Esto dará lugar a una delincuencia de tipo expresivo e instrumental.

A partir de los planteamiento expuestos por la teoría de la desigualdad de oportunidades hay que concluir que para delinquir no solo hay que tener bloqueados los medios lícitos, sino que además se tiene que tener acceso y aprender a utilizar los ilícitos

Estos autores consideran que las actividades delictivas de un sujeto no depende de su sexo, de la edad, de la estructura familiar, etc., sino que depende del ambiente social en el que se mueve este, en cómo se organiza su barrio (si hay movilidad de población, por ejemplo). Si el barrio proporciona la oportunidad de conseguir el éxito monetario a través de oportunidades ilícitas cometerá dichos actos, si no dispone de esas oportunidades no lo hará.

 

Distinguen tres tipos de subculturas, según como se organice su barrio:

 

- La subcultura criminal:

Nace en aquellos slums (barrios) donde existe criminalidad adulta consolidada y estratificada según la edad y con estrechos vínculos con la organización convencional de su entorno. Este tipo de subcultura cumple tres funciones básicas para el joven de clase baja que sufre esta frustración: función de aprendizaje, estos jóvenes aprenden de los delincuentes adultos las normas y los valores que rigen en el mundo criminal y las técnicas necesarias para llevarlas a cabo; crea un marco de oportunidades diferenciales ofreciendo vías delictivas y desviadas para conseguir con éxito aquellos objetivos de éxito económico que pretenden; mecanismo de control del comportamiento del joven destinado a limitar el empleo de medios ilegales, es decir, se le enseña al menor a no ir más lejos de lo necesario, porque eso puede poner en peligro el propio beneficio, como por ejemplo que no emplee violencia desmedida.

- La subcultura conflictiva:

Va unida al slum desorganizados (no existen valores y normas consolidadas), donde la movilidad social y geográfica es muy elevada y existe una alta tasa de precariedad en todos los componentes de la vida social (áreas deprimidas). El menor, entonces, no puede acceder a los valores ilícitos, ni tampoco a los convencionales. Esto da lugar a una delincuencia individualizada, poco remunerativa y sin cobertura.

 

- La subcultura abstencionista o “evasiva”:

 

Agrupa a jóvenes que no han conseguido el éxito codiciado ni siquiera a través de procedimientos ilícitos. El integrante de la subcultura “abstencionista” se refugia en la droga, el alcohol, etc., para permanecer insensible e indiferente al mundo convencional del que se evade. Pueden obtener eventualmente medios ilícitos para conseguir lo que quieren, pero aun así no lo lleva a cabo por razones individuales o sociales.

Teoría de las ventanas rotas (Broken windows): Wilson, Kelling y Skogan

 

Explica el “círculo vicioso” que existe con la presencia de un control social débil, que da lugar a actividades delictivas. Existencia de zonas donde hay basura, suciedad, ventanas rotas, grafiti, prostitución, venta y consumo de drogas

Desorganización social

Aumento de la ansiedad entre la población

Menos actividad «normal» en la calle

Menos vigilancia y control informal

Más oportunidad para delinquir.

Esta teoría dice que no hay que intervenir una vez que se haya delinquido, sino mucho antes, en un estadio lo más temprano posible para prevenir dichas conductas.

Teoría de la anomia de Merton

Para Merton, la conducta desviada es una reacción normal (esperada) a las contradicciones de las estructuras sociales.

La estructura social ejerce una presión definida sobre los miembros de la sociedad que les induce a adoptar comportamientos <<disconformes>>. Pero las tasas más elevadas de éstos se concentran en determinados grupos, lo que demuestra que no dependen de las tendencias biológicas individuales, sino del impacto diferencial de dicha presión, que se experimenta en función de las respectivas situaciones sociales. La conducta desviada, por tanto, es la reacción normal: un modo de adaptación individual a las contradicciones de la estructura social.

La causa última de la situación endémica reside, según Merton, en el hecho de que la estructura cultural entroniza el objetivo de la acumulación de riqueza material como meta máxima y obligada para todos los ciudadanos, mientras la estructura social restringe a ciertos grupos de la población el acceso efectivo por vías institucionales lícitas a dichas aspiraciones.

Las contradicciones de la estructura cultural (objetivos) y la estructura social (medios institucionalizados) producen una tendencia a la anomia en la sociedad americana que afecta con particular intensidad a las clases bajas.

Toda sociedad traza los objetivos y metas culturales que constituyen el marco de referencia de las expectativas y ambiciones de sus miembros.

Pero al mismo tiempo define, regula y controla los modos admisibles para alcanzar aquellos: cauces institucionalizados que suelen coincidir con los sentimientos de la mayoría, no regidos necesariamente por la idea de eficacia, sino por representaciones axiológicas, de valor.

Formas de adaptación del individuo al conflicto existente entre METAS y MEDIOS, según Merton

Conformismoà Si objetivos; si medios

Innovaciónà Si objetivos; no medios (El individuo ha asimilado la importancia cultural atribuida a los objetivos de riqueza y poder, sin interiorizar no obstante con la misma intensidad las normas institucionales que regulan los medios lícitos para alcanzar dichos objetivos. La innovación no solo ocurre en las capas bajas de la sociedad)

Ritualismoà No objetivos; si medios (Son aquellos, la mayoría de la clase media, que tienen una actitud de rechazo de los elevados objetivos culturales del éxito económico por parte de un individuo que, sin embargo, permanece sumiso a las normas institucionalizadas)

Retraimientoà No objetivos; no medios (Es la menos común. Vagabundos, drogadictos, proscritos, borrachos, autistas, etc. Los individuos que pertenecen a este grupo ni tienen metas culturales ni su conducta se ajustan a las normas sociales. Según Merton, son personas que están en la sociedad pero que no forman parte de ella)

Rebeliónà Algunos objetivos; algunos medios (Como tipo de adaptación colectiva, la rebelión lleva a los individuos situados fuera de la estructura social ambiental a imaginar y tratar de conseguir un nuevo orden social radicalmente distinto al imperante)

Teoría de la asociación diferencial (Sutherland y Cressey)

 

Sutherland llegó a la conclusión de que no puede referirse la conducta desviada a disfunciones o inadaptación de los individuos de la lower class, sino al aprendizaje efectivo de valores criminales, hecho que podría suceder en cualquier cultura.

El presupuesto lógico de la teoría sutherliana del aprendizaje viene dado por la idea de organización social diferencial, que, a su vez, conecta con las concepciones del conflicto social.

Organización social diferencial significa que, en el seno de la comunidad, existen de hecho diversas asociaciones estructuradas en torno a también distintos intereses y metas. El vínculo o nexo de unión que integra a los individuos en tales grupos y subgrupos constituyendo el sustrato psicológico real de los mismos de ostentar unos intereses y proyectos comunes que se comunican libremente unos miembros a otros. 

La denominada asociación diferencial será, pues, una consecuencia lógica del principio de aprendizaje a través de asociaciones o contactos en una sociedad plural, conflictiva.

Para Sutherland no se nace delincuente. El crimen no se  hereda ni se imita ni se inventa; ni es algo fortuito o irracional: el crimen se aprende. Resumió su teoría de la asociación diferencial en nueve proposiciones:

1.       La conducta criminal se aprende.

2.       Se aprende en interacción  con otras personas, mediante un proceso de comunicación.

3.       La parte decisiva de dicho proceso de aprendizaje tiene lugar en el seno de las relaciones más íntimas del individuo con sus familiares y allegados. La influencia criminógena depende del grado de intimidad del contacto interpersonal.

4.       El aprendizaje del comportamiento criminal incluye el de las técnicas de comisión del delito –muy simples, a veces, muy sofisticadas, otras-, así como la de la orientación específica de los correspondientes móviles) impulsos, actitudes y la propia racionalización de la conducta delictiva.

5.       La dirección específica de motivos e impulsos se aprenden de las definiciones más variadas de los preceptos legales, favorables o desfavorables a éstos.

6.       Una persona se convierte en delincuente cuando las definiciones favorables a la violación de la ley superan a las desfavorables; esto es, cuando por sus contactos diferenciales han aprendido más modelos criminales que respetuosos del Derecho.

7.       Las asociaciones y contactos diferenciales del individuo pueden ser distintos según la frecuencia, duración, prioridad e intensidad de los mismos.

8.       El proceso de aprendizaje del comportamiento criminal a través del contacto o asociación diferencial del individuo con modelos delictivos y no delictivos implica y conlleva el de todos los mecanismos inherentes a cualquier proceso de aprendizaje.

9.       La conducta delictiva es una expresión de necesidades y valores generales, sin embargo no puede explicarse como concreción de los mismos, ya que también la conducta conforme a Derecho responde a idénticas necesidades y valores.

Teoría del Etiquetamiento, según Becker

 

Los grupos sociales crean la desviación estableciendo reglas cuya infracción constituye una desviación, y aplicando estas reglas a personas particulares, que etiquetan como outsiders [...] La desviación no es una cualidad de la acción cometida sino la consecuencia de la aplicación —por parte de otros— de reglas y sanciones. El desviado es alguien al que la etiqueta le ha sido puesta con éxito; el comportamiento desviado es el comportamiento etiquetado así por la gente.

Los postulados de Becker son los siguientes:

- La gente que la sociedad cataloga como desviada no conforman una categoría homogénea de personas. Se opone a la afirmación de la Criminología positivista: “quienes transgreden la norma forman una categoría homogénea, por haber realizado el mismo hecho desviado”.

- No puede darse como enteramente cierto que esa gente realmente cometió un acto de esa naturaleza, pues los procesos de señalamiento no son infalibles (seguros, ciertos, verdaderos, firmes)

- El grupo que la sociedad ha clasificado como desviados contiene a todas las personas que han transgredido una regla.

- Lo único que este grupo de personas comparten entre sí, es decir, les es común, es la clasificación que la sociedad les ha dado: “extraños” (outsiders) y la etiqueta correspondiente.

- La desviación es una transgresión que tiene lugar entre el grupo social y la persona que es catalogada por ese grupo como transgresor.

- Extraños también son los del grupo mayoritario en relación a quien ha sido etiquetado.

Becker indica que la desviación es producida por la sociedad, al crear las reglas cuya infracción constituye tal desviación, al aplicar dichas reglas a personas particulares y al denominarlas ´extraños´.

La desviación no es una cualidad del acto que la persona realiza, sino más bien una consecuencia de que otros apliquen reglas y sanciones a dicho transgresor.

Según Becker, la desviación depende de las siguientes situaciones:

- El grado en que la sociedad reacciona frente a un acto desviado, que puede ser de reacción fuerte o con indulgencia.

- El grado en que un acto será considerado como desviado dependerá a su vez de quiénes han cometido el hecho y de quiénes hayan sido las víctimas, su estatus. La clase socioeconómica de la persona es determinante en el avance del proceso penal. Ejemplo: los negros son castigados con mayor probabilidad que los blancos, en países con problemas raciales.

- Varía el punto de vista de acuerdo a la persona que lo mire. Ejemplo: para un delincuente la lucha por su territorio es correcta, mientras que para el común de la sociedad no lo es.

Técnicas de neutralización (Sykes y Matza)

 

La interacción simbólica identifica las «técnicas de neutralización», después de enunciar la teoría del etiquetado para explicar el delito y la perversión. Las etiquetas son los nombres que se dan a los que quiebran las normas sociales, y están pensadas como sanciones cuya intención es animar o forzar a que los desviados se ajusten a la norma. Los perpetradores idean técnicas de neutralización para reducir el efecto de esas etiquetas.

 

Para rechazar dichas etiquetas, los que se saltan las normas utilizan cinco técnicas de neutralización, enunciadas por Sykes y Matza (1988).

 

1.        «No soy responsable». En este caso, la persona que incumple la norma alega que el responsable de ese incumplimiento es otra persona o que ha sido un accidente. A menudo, esa persona se ve a sí misma como víctima en lugar de perpetrador.

2.       «No he hecho daño a nadie». Aunque el perpetrador admite que la acción es ilegal, alega que no hubo víctimas, o que simplemente era un poco de diversión sin importancia.

3.       «Se lo merecía». En este caso, el perpetrador se ve a sí mismo como el vengador que rectifica lo malo que pudiera haber hecho la víctima. Simplemente, lo deja «en tablas».

4.       «No tienes derecho a juzgarme». Con esta frase denuncian la hipocresía de sus acusadores, que habrán hecho lo mismo o algo peor.

5.        «Obedezco a un propósito superior». El perpetrador puede haberse limitado a ser fiel a su banda o a «ayudar a un amigo».

 

Podemos ver que estas excusas no están reservadas a los acusados de un delito: todos las utilizamos a diario para restar importancia a nuestras desviaciones.

 Teoría del Afrontamiento (Marshall)

Esta teoría postula que algunos niños no pueden inhibir su respuesta agresiva a la hora de realizar conductas sexuales por una combinación entre patrones de relación destructivos con sus padres, y porque tanto la agresión como el comportamiento sexual tienen idénticas influencias biológicas, esto significa que ambas conductas se procesan por las mismas vías neurológicas, lo que contribuye a su manifestación conductual simultánea si no se ha producido un aprendizaje diferencial entre ellas.

Ante la influencia biológica poco se puede hacer, especialmente si el entorno ambiental no es el más adecuado, pero ¿cómo se adquiere un patrón de relación destructivo con los progenitores? Principalmente, en función del estilo de apego que se tenga con ellos.

La relación de apego está formada por dos componentes: uno de ellos es la imagen de los demás, que me formo en función de la disponibilidad de mi figura de apego y en mi apreciación de que es alguien de confianza; el otro componente es la imagen de mí mismo que me creo en relación a cómo se comporta mi figura de apego conmigo, y que dará lugar a que me sienta una persona digna de ser amada e interesante para los demás. Del lugar en que cada sujeto se sitúe en estas dos dimensiones de intimidad y autonomía, se derivan los patrones de relación que establecerá con personas significativas de su entorno (Yárnoz, Alonso-Arbiol, Plazaola y Sainz de Murieta, 2001).
Si atendemos a la clasificación realizada por Bartholomew, encontramos los estilos de apego seguro e inseguro, dentro del que se incluyen el preocupado, el temeroso/evitativo y el despreciativo/evitativo (Bartholomew, 1996, citado en Vázquez, 2005).

En el estilo seguro, para el niño, la figura de apego se percibe como una base de seguridad que le permite concentrarse en otras tareas, ya que tiene la certeza de que si fracasa en su intento, estará ahí para ayudarle; además, ha contribuido en la construcción de su identidad y del sentido de pertenencia que ha desarrollado, en cuanto a que no se encuentra solo en el mundo, sino que esa persona es su referente, con claros vínculos emocionales. Si no se establece este tipo de apego entre unos padres y su hijo, el niño aprenderá que esas figuras no son de referencia, puesto que a veces están y a veces no, a veces le demuestran su afecto y otras, su desprecio, independientemente de la conducta del niño. De esta forma, estos estilos convierten al niño en una persona con una baja autoestima, falto de habilidades sociales y de resolución de problemas, egocéntrico, puesto que sólo busca su propia satisfacción y con dificultades en las relaciones sociales (Vázquez, 2005).

Cuando llega a la adolescencia, el niño puede utilizar el sexo como una forma de afrontamiento ante la ansiedad, las frustraciones y/o el miedo, conducta que se ve doblemente reforzada: por un lado, por la disminución de ese malestar emocional previo y, por otro, por el propio placer sexual. Teniendo esto en mente, parece que está claro que cualquier persona con estos antecedentes que se encuentre en una situación personal estresante, o con determinados problemas mentales, tales como depresión, ansiedad… no hará sino potenciar este mecanismo de adaptación que ha aprendido a utilizar ante las dificultades. Como cualquier conducta humana, y poniéndolo en relación con el tema que nos ocupa, podemos considerarlo un continuum en el que en el extremo más leve podríamos situar la masturbación compulsiva y, en el más grave, las agresiones sexuales seriales, de hecho, Marshall y su equipo han demostrado que los agresores sexuales utilizan el sexo como principal mecanismo de afrontamiento (Vázquez, 2005).
 

Teoría de la Adicción Sexual (Carnes y Coleman)

A mi modo de ver, lo primero y más importante que hay que tener en cuenta con esta teoría es que es un claro complemento de la propuesta de Marshall, puesto que constituye la continuación de la misma: si bien Marshall nos explica cómo se inicia el problema, Carnes y Coleman nos explican cómo y por qué se mantiene, pese a las nefastas consecuencias que puede conllevar.

Voy a empezar describiendo qué se entiende por adicción sexual: Carnes lo definió en 1970 como un trastorno adictivo en el que el síntoma nuclear es la incapacidad para controlar de forma adecuada la conducta sexual (Carnes, 1970, citado en Briet, 2004).

No obstante, si sólo nos quedamos con esto podemos caer en un error, por lo que hay que atender a las diferencias entre el comportamiento compulsivo, el impulsivo, y el adictivo: el objetivo de la compulsión es aliviar la ansiedad u otro estado de ánimo negativo, por lo que el comportamiento se mantiene mediante un reforzamiento negativo; por su parte, la impulsividad se caracteriza por la dificultad para posponer una gratificación que se siente inmediata, por lo que este comportamiento se mantiene por reforzamiento positivo; la adicción produce placer y alivio de forma simultánea, por lo que comparte características de ambas conductas anteriores y, en este caso, se mantiene por un doble reforzamiento, como acabo de mostrar. Como se puede comprobar, en las tres opciones hay una necesidad imperiosa en el sujeto de obtener una gratificación inmediata, con independencia de las consecuencias que se deriven de ella (Briet, 2004).

Aunque los estudios sobre el tema los inició Carnes, fue Coleman el que atribuyó el desarrollo de este comportamiento sexual adictivo a dos dinámicas: una que predispone a un individuo al uso compulsivo de sustancias para aliviar el dolor emocional, y otra que, dentro de esa predisposición, lleva al individuo a seleccionar determinados comportamientos sexuales para aliviarlo (Romero, 2005).

¿Qué ha motivado esa predisposición? ¿De dónde ha surgido? Según Coleman, y muy en la línea de lo que Marshall propone en su teoría, el origen son disfunciones en la familia del individuo, como abusos o negligencias en la niñez. Estos vínculos disfuncionales afectan a la habilidad de los niños para autorregular sus afectos y les privan de la capacidad de disfrutar de una relación íntima saludable, puesto que nunca han experimentado ninguna; el niño desarrolla un sentido de vergüenza por el que se percibe a sí mismo como la causa de ese rechazo de sus padres, y como resultado de esto se siente desvalorizado e inadecuado. La vergüenza y la baja autoestima repercuten en sus relaciones interpersonales, dificultándolas hasta el punto de ser disfuncionales e, incluso, inexistentes, lo cual disminuye aún más su autoestima y esta situación es la que provoca que trate de evadirse para aliviar el malestar emocional que siente (Romero, 2005). Ya hemos visto que el apego está directamente relacionado con las creencias sobre uno mismo y sobre los otros, por lo que estos esquemas interiorizados en la infancia se van a mantener a lo largo del tiempo. Si, tal y como apuntaba en la teoría de Marshall, esto lo consigue mediante conductas sexuales, éstas se convertirán en la estrategia de afrontamiento ante cualquier dificultad que se le presente, de forma que cuando de adulto se le presenten situaciones estresantes o que le generen ansiedad, al no haber aprendido a tolerarlas, utilizará el sexo como un medio para aliviar esas sensaciones (Romero, 2005; Malamuth, citado en Romi, 2004).

El abuso de sustancias para aliviar el dolor emocional está en la base de cualquier conducta adictiva, por lo que observamos en la adicción sexual una similitud con otros patrones de adicción al alcoholismo, o a sustancias, que se caracterizan por (Briet, 2004; Romero, 2005):

- Pérdida de control, manifestada por un deseo férreo y/o por una incapacidad para inhibirse

- Repetición de la conducta a pesar de las consecuencias negativas

- Obsesión o preocupación por mantener el comportamiento adictivo, a pesar de conocer el daño tanto para sí mismo como para los otros

Hasta aquí, he tratado de explicar el proceso que se da hasta que un individuo comete su primer delito, y cómo este comportamiento puede mantenerse, pero llegados a este punto podríamos preguntarnos cómo es posible que no se dé cuenta del daño que hace, si también él es una persona. En este momento, entran en juego los mecanismos de defensa y determinados patrones cognitivos que investigaciones posteriores han puesto de manifiesto en los agresores sexuales, como ya mostraré: las personas que son adictas al sexo viven reactivamente, funcionando con un pensamiento automático que rara vez les permite conocer las razones de sus conductas. Esto conlleva que almacenen sus pensamientos y recuerdos de forma compartimentada, sin poder relacionar unos con otros, lo que dificulta el reconocer sus problemas y que estaría en la base de fenómenos disociativos leves (Carnes, 2002, citado en Romero 2005). Algunas de las características que nos hablan de estos fenómenos son la falta de conciencia de estos patrones de conducta, pobres recuerdos de los incidentes, aunque sean recientes, conciencia borrosa y sensación de que lo realizan de forma automática, sin tener ningún tipo de control sobre sí mismos. Así, experimentan una identidad disociada y son conscientes de sus contradicciones, lo que les lleva a sentir más ansiedad que tienen que liberar, ¿cómo? Realizando de nuevo el comportamiento adictivo (Romero, 2005).

Para terminar, simplemente señalar que es muy importante realizar un diagnóstico diferencial con el trastorno límite de la personalidad, ya que ambos trastornos comparten síntomas comunes como la impulsividad, la inestabilidad afectiva, la reactividad del estado de ánimo, comportamientos de riesgo… (Romero, 2005).

 ¿Quiere esto decir que si he tenido una mala relación con mis padres, tengo una baja autoestima, carezco de habilidades sociales y libero mi ansiedad y estrés mediante conductas sexuales, antes o después, me convertiré en un agresor sexual? Obviamente, no. Sin embargo, constituyen factores de riesgo que hay que tener en cuenta y ponerlos en relación con el resto de factores implicados y que he comentado anteriormente.
 

LA TEORÍA DE LA FRUSTRACIÓN Y DEL CONFLICTO

Cuando el desarrollo habitual del comportamiento motivado se encuentra bloqueado por un obstáculo del tipo que sea, el individuo trata de adaptarse a la situación, consiguiendo su objetivo por otro camino. El término frustración designa este tipo de situación, en la que un obstáculo o acontecimiento frustrante modifica la conducta humana.

La frustración podrá tener consecuencias muy diversas en función de numerosos factores: la naturaleza del objeto frustrante, la fuerza de la motivación y la personalidad del sujeto que experimenta la frustración.

Es posible dividir los acontecimientos frustrantes en dos grandes variedades, a saber:

•  La frustración primaria. En este caso el acontecimiento frustrante está constituido por la ausencia del objeto necesario para la satisfacción del comportamiento motivado. Tal es el caso de la ausencia de alimento un sujeto hambriento.

•  La frustración secundaria. El acontecimiento frustrante es un obstáculo que aparece en el camino hacia la satisfacción del impulso. Este obstáculo puede ser interior o exterior al individuo; puede ser pasivo actuando por la sola presencia o activo al tratarse de un componente dinámico que actúa en sentido opuesto al impulso. Así en la frustración secundaria pueden existir cuatro variedades de obstáculos:

-          Obstáculo pasivo externo. Tiene lugar cuando falta un medio indispensable para la obtención del objetivo buscado.

-           Obstáculo pasivo interno. Implica una incapacidad individuo para realizar sus deseos o necesidades más profundas. El psicoanalista Adler dio una gran importancia este tipo de frustración, al entender que muchos comportamientos normales y patológicos son tentativas de resolver la frustración causada por una inferioridad del sujeto.

-          Obstáculo activo interno. Tiene lugar cuando existe una pulsión hacia el mismo objeto de sentido opuesto a la pulsión inicial. Impulsos de aproximación y rechazo hacia otro ser humano o hacia una actividad.

-          Obstáculo activo externo. Tiene lugar cuando los otros impiden activamente la realización de una necesidad.

Como nos enseña la vida cotidiana hay una evidente relación entre la frustración y la conducta agresiva. Estos serían algunos de los puntos constatados por la investigación psicológica:

La frustración tiende a provocar una agresión directa contra la fuente de esta frustración. Se ha hecho una aplicación de esta cuestión a la propaganda: uno de los medios más eficaces de propaganda consiste en hacer que un grupo particular (nación, grupo social o étnico) sea visto como la fuente de todas las frustraciones experimentadas. Lo hicieron los nazis con los judíos y se sigue haciendo en la actualidad con grupos diferentes en los diferentes contextos.

El acto agresivo puede ser inhibido. La inhibición varía en razón directa del castigo esperado, en el caso de que el sujeto llevase a cabo el acto.

El objeto de la agresión puede ser desplazado. Cuanto más fuerte es la inhibición de la agresión directa tanto más intensa en la tendencia al desplazamiento. Éste se observa constantemente en la vida corriente: es el caso de un sujeto amonestado por sus superiores y que luego a su vez reprende a sus inferiores.

La forma de la agresión viene mediatizada por la cultura. En general la agresión directa es inhibida y adopta formas indirectas y sutiles. Es el caso de la ironía que a veces oculta una agresividad desplazada y modificada.

Existe también el recurso a la autoagresión. La autoagresión aparece cuando la heteroagresión es inhibida con más fuerza que la agresión propia.

Todo acto de agresión constituye, en algún grado, una catarsis que reduce la incitación a nuevas agresiones.

El psicoanálisis profundizó en el estudio de las formas como los seres humanos tratamos de resolver los conflictos y defendernos ante el malestar ocasionado por la motivación. Es la teoría de los mecanismos de defensa.

 

MECANISMOS DE DEFENSA ANTE LA FRUSTRACIÓN

Los principales mecanismos defensivos son: 

                1.- Represión: Es uno de los más importantes, y consiste en poner una barrera a los sentimientos inconfesables. Un tipo de represión consiste en olvidar una situación emocionalmente fuerte, en este caso el olvido responde a motivaciones subjetivas; olvidamos de manera inconsciente lo que no nos conviene recordar. 
                2.- Racionalización: Es un mecanismo que se suele utilizar en la juventud y en época adulta.

                3.- Negación de la realidad: Consiste en negar un hecho real como consecuencia de la incapacidad para poderlo asumir.

                4.- Fantasía: Es otra forma de negar la realidad, realizando en la imaginación lo que uno no puede hacer en la realidad. Una buena muestra de esta tendencia son las "mentiras" que acostumbramos a decir cuando explicamos una cosa que nos ha pasado.

                5.- Proyección: Consiste en reflejar en el otro los sentimientos propios,  los cuales por su naturaleza son insoportables. La proyección se da con frecuencia en situaciones sociales afectivas (celos).

                6.- Regresión: Regresión significa retroceso; volver al origen. Psicológicamente significa volver a una etapa anterior de la vida en la que se estaba más protegido. Es un fenómeno típico de la infancia.

                7.-Sublimación: Sublimar significa transformar una cosa de impura a pura. Se trata de transformar lo instintivo, lo impuro, en algo diferente que pueda ser a artística o moralmente valioso.

8.- Compensación: Se intenta compensar el fracaso de una actividad con el triunfo de otra.

                9.- Supercompensación: Se intenta destacar en lo que, según los demás, vas a fracasar.

                10.- Reacción: Cuando algunos aspectos de la persona entra en conflicto, y son rechazados por ser considerados inadmisibles, puede producirse una "reacción" que consiste en el desarrollo de una conducta externa contraria al impulso o sentimiento rechazado.

 

                11.- Desplazamiento: Es uno de los mecanismos defensivos más utilizados y como su nombre indica consiste en trasladar una cosa de un lugar a otro. En este caso, se traslada un sentimiento de afecto desde un lugar original a un sustituto capaz de recibirlo.

La teoría del intercambio social desde la perspectiva de Blau 

http://www.reis.cis.es/REIS/PDF/REIS_004_08.pdf


 


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